domingo, 24 de enero de 2010

Relato ficticio (I)



Me veía a mi misma desde la postura de espectador...

Estaba profundamente dormida sobre una sencilla y austera cama, era más bien pequeña, pero parecía cómoda.
Un acolchado edredón verde botella cubría mi cuerpo, aprecié que es mi color favorito.

Al fondo de la habitación había una chimenea, donde aún se consumían lentamente unos pedazos de madera, la radiación anaranjada de la combustión iluminaba a grandes rasgos toda la estancia, con un ligero, casi inapreciable chisporreteo.

Un gran braco descansaba al calor de la lumbre.

No conocía aquella casa, al menos desde la posición de simple observador en la que me encontraba.

De pronto vi que los ojos de la durmiente (o sea se, yo) se abrían, permaneciendo así un buen rato. Parecía que algo tramaba. La respiración era pausada, sosegada, tranquila.

Me levanté de la cama, me vestí con un pantalón tejano, una camiseta roja que encontré encima de una butaca y calcé las deportivas que estaban al lado. Todo parecía indicar que era la misma indumentaria del día anterior, pero creo que tenía prisa por salir a la calle. Tomé una cazadora vaquera que estaba tirada como a desgana encima de una silla cercana a la salida y me fui sin tan siquiera molestarme en arrimar la puerta.

Me sorprendí al comprobar que aún era de noche, pero mis pasos eran certeros y firmes, lo que denotaba, que sabía dónde quería ir a horas tan intempestivas.

Yo no me encuentro a mí mismo cuando más me busco. Me encuentro por sorpresa cuando menos lo espero. (Michel de Montaigne).

continuará...
...

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