miércoles, 29 de septiembre de 2010

Luna menguante


- Aullemos en esta noche sin luna llena, mon cheri

- ¡Abrázame!, dolce ragazza..., la llamaremos juntos

- Siempre dices que en este meridiano es mentirosa, quizá..., ¿la temes?

- No, my fair lady, no es eso, ¡fíjate!..., ¿qué te está diciendo ahora?

- Muestra una gran C, está menguando

- Sí, desde esta parte del planeta, así es, sin embargo, viendo el mismo satélite desde otro punto de la tierra, marcará una D y seguirá disminuyendo

- Pero...,¡si es la misma luna!

- ¿Recuerdas los espejos?

- Bien sûr!!.., tú me has ensañado a saltar a través de ellos

- ¡Min vakre jente!, mi hermosa niña.., aún te queda mucho por recorrer

- ¡Humm!!

- Ven, iremos donde puedas ver sesenta lunas

- ¿Saturno?

- ¡Jajajjaja!!..,¡Adorable e inquieta mujercita!

- ¡¡GRRR!!!, Travieso homme

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miércoles, 22 de septiembre de 2010

El fornicio, poema de Gonzalo Rojas

Te besaré en la punta de las pestañas y en los pezones,
te turbulentamente besara,
mi vergonzosa, en esos muslos
de individua blanca, tacara esos pies
para otro vuelo más aire que ese aire
felino de tu fragancia, te dijera española
mía, francesa mía, inglesa, ragazza,
nórdica boreal, espuma
de la diáspora del Génesis...Qué más
te dijera por dentro?
¿griega,
mi egipcia, romana
por el mármol?
¿fenicia,
cartaginesa, o loca, locamente andaluza
en el arco de morir
con todos los pétalos abiertos,
tensa
la cítara de Dios, en la danza
del fornicio?
Te oyera aullar,
te fuera mordiendo hasta las últimas
amapolas, mi posesa, te todavía
enloqueciera allí, en el frescor
ciego, te nadara
en la inmensidad
insaciable de la lascivia,
riera
frenético el frenesí con tus dientes, me
arrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneo
de otra pureza, oyera cantar las esferas
estallantes como Pitágoras,
te lamiera,
te olfateara como el león
a su leona,
para el sol,
fálicamente mía,
¡te amara!
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(Poema de Gonzalo Rojas)
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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Boutons


Mon petit-diable!..., ¡anda!, no seas malo, deja que te desabroche un botón y luego otro y otro...

Shisss!!!, no digas nada, la culpa es de esas pequeñas piezas de plástico que penetran en los agujeritos con proporciones reducidas para unir dos piezas de tela, pero ya sabes que a mí me provocan para que las suelte.

Dites-moi, por qué te clavas en mis ojos con tu mirada verde y firme, escrutando cada movimiento, cada detalle..., bien sûr!, luego no puedo evitar mostrarme deseosa y felina para alcanzar mi presa, ni puedo reprimir el impulso de saltar a liberar tu cuerpo y arañar tu piel cuál gata en celo.

Oh!!!, il mio uomo ladro!!, me gusta lamer con devoción tu pecho desnudo y pararme a mordisquear los pezones mientras gimes, ¡nada!, un capricho pasajero, un insignificate antojo...

Humm!!! mon séduisante homme..., dime, ¿qué puedo hacer yo?

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