Sujetaron mi cabeza y pusieron la barbilla en una especie de cucharilla, estire el cuello hasta dar con la frente en un tope. Abrí el ojo todo lo que pude para que el oftalmoscopio presionase e hiciese bien su trabajo.
Cuando terminé la prueba entre las luces que parecían las Vegas, tantas gotas para dilatar la pupila como si hubiese tomado algún tipo de psicotrópico; sumando a la tensión que ejercía mi cuerpo intentando no caerse de la silla, no pude evitar pensar "si tomo dos botellas de vodka aguanto más".
Solté una carcajada, sin poder evitarlo.
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