Han vuelto a cruzarse en la mirada,
unos ojos verdes, tan transparentes, mágicos y profundos como el mar en calma…,
tan jugosos y tiernos como brotes de hierba fresca.
Ya conoces el extraño poder que ese
color provoca en mi retina, mon cher ami. Son capaces de escarbar dentro de
esta inquieta cabecita, para acceder a mi alma. Lo que no he sido capaz de
vislumbrar en ellos es, si allí, enraízan algas o habita algún tipo de maleza que enturbie
ese “aparente” sosiego, aunque supongo, que en todas las vidas siempre hay
brumas y tormentas, jaras y espinos…
Ya me conoces Monsieur, siempre
buscando en los lugares más recónditos y apartados del sentir humano.
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