Yo no he pedido ser el motor de tus manos,
ni el castigo de mis pasos.
Ser fuego en tus ojos,
sombra en la mirada,
y humeral en el rostro.
Yo no he pedido ser
cántaro de agua atrapada
con olvido en el alma
y rectitud temprana.
Yo no he pedido ser
alimento para tus labios,
tablero en tus juegos,
ni espejo de miedos.
Yo no he pedido ser
manta de cálido abrigo
para arropar tu alma,
ni llameante lengua de hielo
con la que aplacar tu fuego.
Yo no he pedido ser...
...
Un buen poema, Ana María. Enhorabuena. :)
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